Día del Tannat: la cepa que aporta riqueza y diversidad al vino argentino

Racimo de Tannat

El 14 de abril se celebra –en Argentina y Uruguay- el día del Tannat, la cepa que hermana a ambos países y desde hace un tiempo asombra al mercado local con vinos que expresan la singularidad de los terruños más tradicionales y el enorme potencial de los “nuevos”, donde hay mucho para descubrir.

Se sabe que el Tannat es a Uruguay  lo que el Malbec es a la Argentina. Lo que se sabe menos es que antes de afincarse en tierra charrúa, la uva Tannat llegó a la provincia argentina de Entre Ríos de la mano del inmigrante vasco Juan Jaugueri. Este viticultor cultivó y vinificó esta uva tinta que tan bien se adaptó al clima húmedo y llamó la atención de otro vasco, esta vez del País Vasco francés, Pascual Harriague. Jaugueri le cedió algunas estacas a Harriague y éste las cultivó con éxito  en la localidad de Salto, al norte del Uruguay. Harriague es considerado el gran difusor del Tannat (incluso hay una estampilla con su imagen en Uruguay) y en homenaje al día de su nacimiento, cada 14 de abril se conmemora el día del Tannat.

Esta variedad tiene su origen en el sudoeste de Francia, en los Pirineos Atlánticos, más precisamente en la región de Madiran e Irouléguy. En Europa, la plaga de filoxera prácticamente eliminó a esta variedad hacia 1870: sólo en Argentina y en Uruguay quedó una reserva que permitió mantenerla y refundar su historia en el siglo XX.

¿Tannat viene de taninos?

Por una curiosa coincidencia lingüística, se cree comúnmente que el nombre Tannat hace referencia a la cantidad de taninos que expresa esta cepa, ya que efectivamente es de las uvas más tánicas. No obstante, otra explicación ubica su etimología en la palabra “tanat” del dialecto Bearnés: una variedad del Gascón, idioma que integra las lenguas Occitanas, también conocidas como “Lengua de Oc”, o en francés, Langue d´Oc, que da nombre a la región vitivinícola sureña de Francia Languedoc. En el dialecto Bearnés “tanat” significa “con color oscuro” en referencia al color intenso de las uvas. De hecho la doble “n” aparece recién en 1827. Hasta ese momento y desde su primera mención en el 1700 en Madiran, se escribía “Tanat”.

El Tannat argentino

La riqueza y diversidad vitivinícola de nuestro país ha permitido que esta variedad se exprese de manera singular en regiones como el NOA y en Cuyo. No obstante, hay viñedos en la Patagonia, en San Luis, en Buenos Aires y en las cercanías del Atlántico que se suman a las casi mil hectáreas implantadas.

El Tannat argentino recibe en casi todo el territorio una buena insolación. En Mendoza, altitudes entre 700 y 1300 metros marcan la característica particular que dará el vino. Siendo esta región más fría que el Valle Calchaquí, el Tannat cuyano es más fresco que su primo norteño.

Alturas por encima de los 1700 metros sobre el nivel del mar y un clima un poco más cálido, como los del norte argentino, entregan un Tannat más complejo y especiado, particularmente de especias secas, y sus aromas presentan una mayor diversidad de aromas que recuerdan a las compotas, las frutas disecadas y las confituras de frutos rojos. Pero es en su tanicidad y astringencia donde muestra sus principales diferencias. En estas zonas más cálidas, el vino es mucho más fácil de beber, menos astringente, mantiene una buena potencia en boca y hasta una gran complejidad.

A la hora de hablar del “Tannat argentino”, los profesionales asumen no hay un único estilo determinado, pero sí su carácter maduro es el factor común.

Radiografía del Tannat

El Tannat tiene hojas medianas, muy ampolladas, de color verde oscuro en primavera y verano; en otoño, las hojas adquieren tonalidades marcadamente rojizas. Es una variedad bastante vigorosa que se desarrolla muy bien en espalderas, aunque en el Valle Calchaquí se encuentra muchas veces en parrales con singular éxito de maduración.

Los racimos son grandes, compactos, cilíndricos. Su piel es gruesa, de color violáceo muy oscuro.

Desde Salta, Claudio Maza, enólogo de la bodega El Esteco, explica que “en este lugar, el Tannat ha encontrado su máximo potencial. Su color, su sabor son óptimos. Posee una concentración y acidez muy importantes. Algo que es difícil de encontrar en la vitivinicultura argentina. “Suele ser de taninos firmes, es una cepa muy plástica y de mucha concentración. En la paleta aromática, aparece el chocolate, mermeladas y moras frescas si se cosecha antes. También, algo de la paleta mineral, como por ejemplo la tinta china y el caucho. En boca es firme y de buen volumen. Otro aspecto muy interesante es que el Tannat tiene una crianza muy buena. En otras partes, son muy duros y hay que tenerlos mucho tiempo en roble para domar esos taninos. Aquí los vinos son súper bebibles”, agrega el enólogo.

Los Tannat jóvenes muestran colores vivos, con notorios matices violáceos y púrpuras y aromas frutales. Con el correr del tiempo de crianza los taninos se suavizan y aparecen  aromas más sutiles y complejos. A la vista se percibe el color que va del rojo intenso al rubí oscuro, algunas veces granates oscuros. En nariz es potente, con aromas de moras, casis, cereza negra,  caucho, tinta china, con algunos destellos de chocolate, que anuncian interesantes maridajes.

Tiene mucha presencia en boca, la colma de manera persistente y con excelente y abundante final. Sus taninos son firmes y marcados y superan en intensidad a los de la Cabernet Sauvignon. Su acidez y astringencia marcadas en su juvenud se suavizan mientras va madurando.

Sabores que le van muy bien

Por la presencia que tienen los taninos en este vino, es claro que acompañará perfectamente al asado y sabores intensos como los quesos semiduros. Risotto de hongos, cordero y carnes de larga cocción en guisados o braseados son excelentes opciones para elegir un Tannat.

“Tannat y cabrito son productos muy característicos del Valle Calchaquí. Aquí el Tannat es de una acidez muy equilibrada distinto a los de otras regiones. Es muy fácil de tomar, muy expresivo en nariz. Complementa perfecto al cabrito adobado con hierbas y especies y cocido al horno de barro. Servir con vegetales y el jugo concentrado de su cocción”, sugiere el chef Gabriel Rodríguez, desde Piattelli, en Salta, para que el disfrute sea completo.

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