El Tannat celebra su día y confirma el potencial de nuevos terruños para el vino argentino

vino y queso

El 14 de abril se celebra el Día del Tannat. Antes de ser la cepa emblemática del Uruguay, el Tannat llegó a la Argentina, se afincó en Entre Ríos y se extendió a todo el país. Hoy es una de las variedades que da personalidad a regiones emergentes, nuevos terruños en los que la vitivinicultura argentina gana diversidad y riqueza.

Esta uva Tannat llegó a la Argentina con los inmigrantes del siglo XIX y desde Concordia, Entre Ríos, se trasladó a Uruguay, donde se convirtió en la uva emblema de ese país. El Tannat es originario del sudoeste francés pero se adaptó perfectamente a los terruños de América del Sur.

Hoy, totalmente afincado en Argentina, es uno de los tintos que suma singularidad al parque varietal y pone en valor el potencial de nuevos terruños vitivinícolas.

Nuevos aires para el Tannat

La vitivinicultura argentina se fortaleció y sus vinos cobraron fama internacional, afianzándose en la calidad y la diversidad de estilos. Desde hace ya varios años, a la diversidad de estilos se suma la diversidad de territorios con emprendimientos vitivinícolas que llegan para aportar riqueza y pluralidad a la paleta del vino nacional.

Un ejemplo de ello son las elaboraciones a partir de la variedad Tannat, que no cesan de multiplicarse en nuevas regiones como Buenos Aires, San Luis, Tucumán, Córdoba, Entre Ríos, donde ha encontrado las condiciones propicias para otorgar vinos elegantes y de gran tipicidad. Así lo confirma el enólogo y agrónomo Gustavo Agostini, quien es responsable de proyectos vitivinícolas en San Luis, en el Delta de Buenos Aires y en Río Cuarto, provincia de Córdoba. “Pareciera una locura, pero descubrir Argentina es maravilloso. Cada región tiene mucho para ofrecer”, asegura. En San Luis, esta vendimia se vinificó con uvas de Beazley, Santa Rosa de Conlara, Nogolí, El Durazno, Estancia Grande y Trapiche. “Estoy descubriendo microrregiones en San Luis que realmente tienen potenciales enormes”, agrega Agostini, gerente de Producción y Enología en bodega Corral de Palos.

La bodega Viñas Puntanas fue pionera en plantar Tannat en San Luis, está ubicada en Santa Rosa de Conlara donde posee viñedos que se han adaptado muy bien a la zona. “Son vinos con muy buena tipicidad. Frutados, con aromas a mora y a frambuesa madura. Los taninos no son secos como los del Cabernet Sauvignon pero marcados, ricos y muy agradables. No tan amable como el Malbec o el Syrah, es una variedad intermedia. Poseen un color rojo violáceo muy bonito. Realmente esta zona es excelente para el Tannat. “A su vez, en Beazley y Estancia Grande hicimos microvinificaciones con Tannat que fueron excelentes. Obtuvimos un vino más estructurado que en Santa Rosa de Conlara, cuesta un poco más que madure pero llega muy bien. En el resto de la provincia puntana hay productores nuevos que están plantando Tannat y Cabernet Franc. Para nosotros el Tannat es una variedad que va a andar muy bien en San Luis. De hecho en la finca vamos a reemplazar ocho hectáreas de Syrah por más Cabernet Franc y Tannat”, explica Gustavo Agostini.

En Buenos Aires el enólogo César Cárdenas tiene bajo su responsabilidad tres nuevos proyectos vitivinícolas y es contundente al decir que “el Tannat es la uva que mejor se expresa en la zona”.

Cárdenas está a cargo de la enología de la bodega Al Este, en la localidad de Médanos. También vinifica en Tandil para un proyecto de la familia Casanova y en General Madariaga, en Paraje Macedo, un grupo de inversores italianos confió en su trabajo para hacer sus vinos. “Aquí, el Tannat es casi como el Malbec en Mendoza, produce rendimientos muy buenos. Este año llegamos a tener casi 2,8 kilogramos por planta. Su periodo de maduración este año fue del 5 hasta el 15 de abril y para esta época estamos cosechando los últimos cuadros”, cuenta.

“Es una planta con muy buena sanidad, de racimo grande. Se adapta muy bien a zonas frías y con influencias marítimas. Resistente a humedades, a suelos arenosos como graníticos. Es una variedad de aromas herbales y taninos robustos. De mucho cuerpo. Ideal para guardas en barricas”, concluye Cárdenas.

Por último, la bodega Las Arcas de Tolombón se encuentra ubicada en Colalao del Valle, Tucumán, en el corazón del Valle Calchaquí a 1.850 metros más cerca del sol, sobre la mítica ruta 40.

Esta bodega familiar produce un Tannat de altura, en su línea joven y también Reserva, con paso por barrica de roble francés. Los vinos de altura son conocidos por ese cierto efecto “refrescante” que contribuye a incrementar notablemente los índices de acidez y que se consigue gracias a las bajas de temperatura que se producen de noche. 

“En Tucumán tenemos  diferencias  promedio de hasta 25 º C entre el día y la noche. La planta de Tannat tiene un ciclo madurativo largo,  y en estas condiciones, la maduración se ralentiza gracias al frescor nocturno, de manera lenta y progresiva, potenciando la acumulación de aromas y sabores en el fruto. Eso nos permite elaborar vinos con estructura y potencia aromática”, explica Pía Argimon, brand manager de la bodega.

“En general decimos que los vinos de altura tienen “más de todo”, debido a que la piel de las uvas es mucho más gruesa que en cualquier otra parte del país, es decir que son vinos con muchas personalidad, mucho cuerpo, hermosos colores y profundos aromas. Creemos que esta cepa ha encontrado su mejor expresión en el Valle Calchaquí”, concluye, sumándose a las voces que elogian a esta cepa que tiene aún mucho más para dar en estas latitudes.

Y a la hora de acompañar comidas, “el Tannat en especial, es un vino muy gastronómico. Acompaña muy bien carnes de alto tenor graso, de cocciones largas y lentas, como un ragout de cordero o un osobuco braseado en puro Tannat”, sostiene Argimon.

La tentación y la invitación están servidas, será hora de descorchar un Tannat para celebrar su día y brindar por su futuro.

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